7 consejos para que tu ropa dure más

7 consejos para que tu ropa dure más

Nuestras prendas favoritas constituyen parte de nuestra historia personal. Recordar qué llevábamos puesto el día que nos pasaron cosas relevantes en nuestra vida es normal cuando la moda ocupa una porción de tu mundo. Por ello, nuestras prendas merecen de nuestra atención y cuidado, para que tengan una vida útil larga y nos acompañen en muchos capítulos más. Aquí dejamos unos cuantos consejos para mimarlas cómo se mercen.

1. Utiliza la lavadora con sabiduría
La lavadora (o más bien nuestra forma de utilizarla) es el terror número 1 de nuestras prendas. Son muchos los errores que cometemos en su uso sin ser conscientes del daño que ejercemos sobre los tejidos. Desde no separar las prendas por colores, introducir prendas delicadas, aplicar excesivo calor por sistema en los lavados de diario o seleccionar un programa erróneo. Aunque la costumbre errática estrella es la más extendida: lavar las prendas a las que sólo le hemos dado un uso. En realidad, una vez nos quitamos una prenda, no deberíamos guardarla directamente en el armario ni tampoco lanzarla a la cesta de la ropa sucia, sino colgarla en un lugar aireado. Después, si la prenda no está manchada y sólo le has dado un único uso desde la última vez que la lavaste, deberías considerar darle algún uso más antes de volverla a lavar.
Otro aspecto en relación al lavado con el que cuidar la ropa y al mismo tiempo ahorrar agua es la vieja práctica de separar la ropa según colores. Esta costumbre sirve para evitar sorpresas desagradables y proteger las prendas más claras. Pero además de eso también es ideal separar por programasegún las necesidades de cuidado de que cada prenda. Además, es importante recordar que deberíamos darle la vuelta a los vaqueros para que destiñan menos, y a las camisetas estampadas para que no pierdan el dibujo. Si dudamos con alguna pieza delicada, es mejor que meterla en la lavadora dentro de una bolsa especial para lavado (o si no tenemos, una funda de almohada), así la protegemos de la erosión de otras prendas, botones, o cremalleras.

2. A las perchas lo que es de las perchas (las prendas de punto nunca)

Otro error en el que somos reincidentes es en no saber identificar qué prendas deben ir colgadas en las perchas del armario y cuáles dobladas. Es normal equivocarse cuando en las propias tiendas no cuidan este aspecto. La ropa de punto no debería colgarse bajo ningún concepto en perchas. Sólo hay que ver en las tiendas cómo los jerséis están dados de sí en los hombros, y el punto queda abierto. No hay ninguna necesidad de torturar la ropa de esta forma. Si tienes alguna prenda de punto muy fina y tienes miedo de que se escurra dentro de los cajones y quede sepultada por el resto, puedes doblarla con un folio de papel.

Además, aconsejamos que las prendas más delicadas como vestidos o camisas se cuelguen en perchas acolchadas, que respeten la forma de los hombros. También es bueno procurar colocar los abrigos en las perchas más anchas.

3. Aprender a tender

Lo que ocurre después de la lavadora es tan importante como lo que ocurre dentro. Es crucial priorizar el uso del tendedero por encima de la secadora. El calor daña muchísimo la ropa, y la secadora es la némesis de las prendas menos resistentes. Al tender es conveniente buscar los pliegues de la ropa para colocar las pinzas: axilas en camisetas, e ingle en pantalones.

Otra mala práctica es tender las prendas durante la mañana, con el argumento de que “hace sol”, porque precisamente la luz directa del sol es lo peor que puede sentarle al color, sobre todo en ropa oscura. La luz solar directa hace que las prendas se acartonen y pierdan el color. Es mucho mejor tender por la mañana y quitar la ropa cuando el sol incida directamente, o esperar incluso a una hora de la tarde en la que el sol esté ya de retirada. Las camisas es conveniente secarlas en su percha, para que no se deformen.

4. El truco de la seda

La seda es uno de los tejidos más maravillosos que existen y, pese a su apariencia, es uno de los más resistentes. Para lavar una pieza de seda que ha sido usada pero no está sucia, hay un truco muy eficaz que la deja como nueva: limpiarla con vapor de agua. Suena complicado pero es todo lo contrario. Consiste en colocar la prenda en su percha y al ir a ducharte, colgarla dentro del cuarto de baño. El vapor de agua que se desprende en la ducha, ése que convierte el espejo en una pizarra, se encarga de limpiar la prenda. Y ya está lista para un nuevo uso.

5. Cuero

Cuidar el cuero es todo un arte. Se puede aprender mucho en los foros de moteros, que son un colectivo que sabe mucho de esta materia. Cuando acaba el invierno es importante guardar la prenda en una bolsa de ropa, pero evitando doblarla, pues podrías provocar que se deforme. Obvia decir que el cuero no debería meterse en la lavadora, sino limpiarlo siempre en seco, con un producto destinado a este fin y una esponja seca. Al guardarlo para el cambio de armario del equinoccio de primavera, una buena costumbre es untarle crema hidratante. Suena a locura pero el cuero es piel, y al igual que la que la tuya, agradece la hidratación.

6. Lavar a mano

Lavar siempre a mano jerséis y prendas delicadas. Lo ideal es esperar a tener varios para no derrochar agua, y usar agua fría para evitar que destiña o encoja. Recomendamos lavar las prendas en un orden concreto: de la más clara a la más oscura, con idea de aprovechar mejor el agua y que las prendas oscuras no contaminen con su tinte otras más claras. Para hacerlo bien habría que usar un detergente especial para prendas delicadas (y sin abusar con la cantidad -lee en el bote las medidas que aconseja el fabricante-), verterlo en el agua y mezclarlo con ésta antes de introducir la prenda. Una vez lavada hay que escurrir bien la prenda, no mezclarlas todas en el mismo cubo mientras estén húmedas, y dejar que se sequen en un lugar aireado, en una percha o de forma que evitemos que se deformen.

7. Productos

Los productos que decidimos comprar para limpiar la ropa son claves dentro de nuestra salud e higiene diarias, y también tienen un impacto en el medio ambiente. Los productos convencionales pueden contener sustancias químicas artificiales que dañan la prenda o que dejan toxinas en el tejido o en el agua. Algo que no ocurre con los ingredientes naturales. Muchos productos “blanqueantes” incluyen un “abrillantador óptico”, un químico que refleja la luz y hace que el tejido se vea más blanco, pero que no tiene nada que ver con la eliminación de suciedad. Además, estos productos no son biodegradables. Conocer no te hará daño, así que te recomendamos que explores las gamas de productos de marcas ecológicas que emplean ingredientes naturales. Muy recomendables para las personas que tienen la piel muy sensible.

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